Una lengua originaria persiste en lo cotidiano, aunque digan que ya no se habla. Este cortometraje retrata su presencia sutil en gestos, sonidos y actos diarios. Desde la mirada de una niña, lo invisible se vuelve forma, ritmo y memoria. La narración avanza con ligereza, guiada por la voz, el cuerpo y lo cotidiano. En un país donde muchas lenguas se apagan en silencio, aún quedan rastros que resisten: una reflexión íntima sobre la lengua como raíz que aún respira.